Me he puesto a observar, el otro día, en las tantas supersticiones que se crean al rededor de una acción o varias. Todo empezó la noche en que me puse a contar plata y algunas monedas en mi cama (no era mucha plata) y mi marido me sale con que “no cuentes plata en la cama!! Mala suerte es”.Bueno. Le dije que eran macanas y que yo nunca había escuchado eso. Más cachito me fui a la cocina a ordenar un poco (como siempre). Algunas cosas cayeron en el piso, me dispuse a barrer, como buen aprendizaje de mi madre. ¿Y quién llega ese rato?. Una amiga, que esos días se quedaba en casa, me dice ¿qué estas haciendo?. Barriendo. ¡No hay que barrer de noche, flaca! ¿Nunca te han dicho que es mala suerte?. Yo en bolas la verdad. Respecto a este acontecimiento, en bolas. Esa noche después de estos “aconteceres”, dormimos tranquis, sin malestar alguno. Al día siguiente, casi lista para salir, reviso “la meteo” y veo que la lluvia se avecina. Ya chilcheaba un poquito. Llevaré nomás paraguas, me dije. ¡Ahh! pero lo del paraguas me lo sé. “No hay que abrir el paraguas en la casa, porque alguien se muere”. Casi lo mismo es lo del t’aparanku[1] en la casa. Obediente. No lo abrí adentro. Lo abrí afuera. Como es lógico. Después de mis clases, mi amiga vasca me dice que vayamos a comer unas papitas fritas, que anda antojada. Nos fuimos. En este país jamás le ponen sal ni a las papas ni a la carne. Entonces yo salerosa pues meta a la sal…y chun! ¿Qué me pasa?!La sal se cae pues!. Como loca esta amiga-Marie Julie- me dice recogé la sal rápido antes de que se te escape. No entendí nada. Hice rápido lo que ella me dijo. Antes de que se me escape. Luego con más calma, me dijo, ¡Ay! ¡Más bien, justo a tiempo!. En el tranvía de regreso a casa, charlando y charlando, me dice que en el País Vasco hay un montón de supersticiones. Sobre todo con la sal. Que me cuide. Que no pase debajo las escaleras y que no se me cruce un gato negro. En fin. Me despido de ella, con una sonrisa bien agradecida. Voy a ver los horarios del bus y en mi reloj eran las 14:30 el bus pasaría a las 14:38. Bueno, me dije, espero nomás 8 minutos. Pasan los 8 no llega el bus. Pasa otro que me acerca un poco a la casa. Pero decido tener paciencia.12 minutos ¡nada ché!. Ya un poco emplumada, digo: ‘ni modo caminaré nomás’ ‘a modo de hacer hora hasta la próxima parada’. Así caminando pensando en lo lindo de la vida, el bus pasa a mi lado…justito antes de llegar a la siguiente parada. Bueno ni modales dije. Al final yo tomé la decisión de caminar. Llegando al departamento, los gatos negros de la Chantal y la Anne Marie se vienen a mis pies. Me ronronean como siempre. Dos gordos y castrados, por cierto. Inmensos animales. Llego a casa. Mi gata Patasqa me saluda. Ronronea. Tranquis reviso mis mails y me pongo a leer un cacho.- Hasta que llegaste tu, vi la vida con dolor-. Le cuento lo de sal a mi esposo y chun! Me dice que lo que debería haber hecho es echarme la sal a los hombros….asiento con la cabeza y aprendo.
Mi mamá creo que tiene algunas supersticiones como la del pájaro de mal agüero que trina como si estuviera diciendo: ¡MAL! ¡MAL!. O el de buen agüero que según mi abuela dice: “BIEN TE HA IDO”. Me acuerdo también de una vez que un Picaflor se entró a la casa y era la locura porque dicen que es de Bueeena suerte…plata es el picaflor plata es! Diciendo.
Yo feliz nomás porque apellido Vacaflor. Algo de Picaflor tengo ¿no?...y así voy en esta vida. Tranquila. Quila. Como picaflor. Aprendiendo, aprendiendo. Escuchando y riendo de lo que ella me da a diario. Pero ahora tengo un más cuidado con la sal.
[1] Mariposa nocturna que a veces llega a un gran tamaño.