Desde que era chiquita siempre escuché el discurso de que “hay que llevarse bien con la suegra porque sino ¡vida imposible!”. Ya cuando eres adolescente comprendes mejor las situaciones familiares. Cuando ya eres más jovencita[1], comienzan los noviazgos. Vamos adquiriendo otros matices respecto al tema. El primer novio, la primera “suegra”, el segundo, el tercero, etc…todos con ‘mamás’, encima.
Y cuando te llega el justo hombre, la suegra se vuelve “SUEGRA” de verdad. Con mayúsculas. Con estigmas y todo. El día que te casas la madre que está a lado de tu futuro esposo, se convierte en parte de tu familia. Claro que para mi no fue muy traumático. La verdad todo tranquis. Estando en Cocha, una relación de distancia muy simpática. Chiste por aquí y por allá. Una anécdota a contar. Una obra de teatro. Un concierto del Papirri. Le hago conocer mi mundo. Unas compras en la USA[2]. Cuando un día me llama la cuñada que vive en los States: “Nayrita, cómo estás? Te llamo solo para confirmarles que mi mamá llega el 27”… “Ya…¿cuándo? el 27 ¡ah! ya nomás, super rápido no?”….”si encontré un pasaje de NY- Paris bien barato”… “Buenísima onda…estará para mi cumpleaños entonces”… “Si, solo una semana se queda”… En mi cabeza empezaba a pensar en todo: el departamento, la ausencia de mi esposo en esos días porque viaja toda la semana. La comida. El paseo…las noches solas las dos…jodido pues.
En eso llega el esposo, le cuento la llamada telefónica: “Ya…pero sobre todo, me dice, no hablen de política”…. “Bueno, nada de política entonces”. Mejor, así. No sé porque me puse nerviosa ¡ché!. Quería que todo esté perfecto. Llamé a mi amigo Daniel. Gay. De buen gusto. Un poco de decoración en el depto. Color por aquí por allá. Y quedó bien el boliche. Tenía que saber afrontar a esta señora que casi nos pilla en pleno ‘chunchurunchun’. Esta señora, doctora, que no ha nacido ayer. Toda una odisea en la cabeza. Hay gato en mi casa. Ella tiene alergia a los gatos. No es pues una amiga que llega, es tu suegra que llega. La madre de tu esposo. Durísimo, pues y entonces: Las noches, conocerse. Los días, también. Hablar de todo y de nada. Yo normal. Con malas palabras y todo. Ella igual, como toda buena doctora. Hasta de sexo pude hablar con ella. Todo muy natural fue. Conoció este mi nuevo mundo: amigos, visitas, lugares preferidos, comidas, mi cocina, mi equilibrio, mi bici, mis películas. Y yo conocí un poco del suyo. Mujer ejemplar. Padre y madre a la vez. Sonriente. Fuerte. Roncadora. Fiel televidente. Esta extraña mujer en mi vida, me ha dado confianza y como ella me dice, me ha dado a su hijo que es lo mejor de ella -en términos genéticos-. ¡Eso no le salió muy bien!. Jajaja. ¡Vivan la suegras buena onda como la mía!. ¡Vivan las suegras que roncan en la noche!.Jajaja. Gracias Martha por la visita. Gracias por las historias de enfermedades extrañas y casos urgentes, que tanto me gustan oír. Gracias por entender nuestro mundo. Y gracias por el hijo por supuesto. Ah! es necesario recalcar amigos lectores, que esta aventura fue de solo una semana...jajaja. Recalcando nomás estoy.