mardi, juin 24, 2008

Sin cerebro, volvî


Como un melón dulce con la boca amarga de tus besos de seda que se derriten en tu calor junto al helado de la vecina que me ha dicho que la madre de mi mejor amiga estaba roja de rabia de haberse comido una telaraña negra con algunos sazones no previstos como el melón que me comí esa tarde de abril otoñero con las hojas de color naranja como tus besos amargos de seda y la vecina que nos mira desde su ventanita chiquitita y redonda que anda rabiosa porque su araña negra se murió o se la comió? que ya no se acuerda que tiene mal de alzheimer o alguna enfermedad parecida de cualquier abuela y abuelo del mundo entero donde todos nos parecemos con dos manos, dos brazos, dos piernas, dos hombros y dos ojos que se han hecho para ver y para saborearte en esos besos de naranja mecánica que me das de vez en cuando en la ventanita chiquitita de nuestro cuarto donde las mariposas pasan y no se acuerdan de nada porque las pobres no tienen cerebro como la pobre vecina de la esquina o la abuela del Martín y todos los humanos del mundo entero que tienen dos manos, dos brazos, dos piernas, dos hombros, dos ojos y ni un cerebro los pobres que ni piensan que yo pienso lo que ahora estoy pensando porque no pienso que sentieron ese beso de hombre araña sin cerebro, también, que sentî.